Esta vía fluvial es el hogar de los castores norteamericanos. En invierno, estos animales nativos comen cámbium, la sabrosa capa verde debajo de la corteza de las ramitas vivas. Para darse un festín con las ramas superiores, roen la base de un árbol y hacen que caiga a su alcance.
Los castores también talan árboles para construir represas, que les ofrecen protección contra los depredadores y un lugar para almacenar alimentos para el invierno. Luego construyen sus hogares, llamados “madrigueras”, en los estanques y humedales río arriba formados por sus represas. Estos humedales ayudan a mejorar la calidad del agua mediante la eliminación de sedimentos y contaminantes del canal.
Los castores alteran su hábitat quizás más que cualquier animal excepto los humanos. Debido a que los espacios únicos que crean son utilizados por muchas otras especies de vida silvestre, a los castores se los llama una “especie clave”.
LUGAR PARA LOS NIÑOS
¡hagan sonar la alarma!
Cuando un castor siente peligro, golpea el agua con su cola ancha, emitiendo un fuerte aplauso que los demás castores pueden escuchar a kilómetros de distancia. Los castores cercanos se sumergen profundamente en el agua cuando escuchan ese sonido y permanecen allí, a veces hasta por 15 minutos.
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